domingo, 21 de febrero de 2010

Oscilaciones Somníferas

Todos preocuraban decirme que hacer, en que momento exacto salir de mi casa, en que momento preciso lavarme los dientes, cual sería la programación que vería al encender la televisión y a que hora debía apagarla.

Yo no había decidido nada, sin embargo, ellos sí lo habían hecho por mí. Desde temprana edad viví mi vida con aparente normalidad, todos los sucesos que ocurrían en ella estaban igualmente programados. Desde la duración de mi lactancia hasta la muerte de mis abuelos.

Mas, en cierto punto, no puedo especificar cuando cada noche, cuando me disponía a pernoctar, algo ocurría, visualizaba un mundo al que no pertenecía, mi propia realidad, también visualisaba otro mundo del cual ya no era parte, una ficción irreverente que me asustaba.

En aquel mundo no era yo, no era nadie, y sí era alguien. La bebida alcoholica que en la realidad, o en mi ficción, jamás había tomado yacía en la palma apretada de mi mano, esperando a ser ingerida a sorbos, para luego dar paso a otra botella más de alcohol.

Fue en ese exacto punto, cuando mi realidad empezó a variar. No me reconocía en aquel sueño tan vívido, más bien, aquel que veía en el espejo no era el mismo de aquel espejismo provocado por mi sueño.

Desde entonces no pude dormir del mismo modo, cada día, que transcurría en la normalidad de la rutina, por las noches se tornaba en un accidentado sueño, lleno de profundas reflecciones que me despertaban con brusquedad. Y me dormían subitamente.

Desde que me dejo ella mi vida empezó a joderse, yo mismo me propuse jamás llegar a estar jodido por una mina, ¿entiendes lo que digo?, o sea, al principio pensaba en ella como pienso de todas las mujeres. Tirarme a una mina fácilmente, digo, cuando empecé con ella seguía frecuentando otras chicas, en ocaciones incluso chicos, nunca le hice asco a nada. Atribuyo mi debilidad, muchas veces representada en los libros, a la edad, la madurez, el momento en que empecé a crecer y aquel repugnante párasito se aferró a mí, un mal que jamás había conocido. ¿Amor? Prefiero llamarlo cegación, completa perdida del juicio y del razonamiento provocada por un objeto de gigantesco atractivo. ¿Te recuerda algo, Berenice?

Maldito concierto de los White Stripes. Si no te hubieses visto tan jodidamente caliente ni si quiera me hubiese detenido en tus ojos. La botella de Whisky ahora ya vacía caía de mi mano, ¿otra vez estos sueños súbitos? Aquella realidad me parece hermosa, tan asquerosamente perfecta. Una ficción que... luce tan real.

Y al despertar otra vez aquella desagradable sensación, una que no te puedes quitar en todo el día, como cuando un sabor poco agradable se pega, se inserta en las papilas gustativas de tu lengua y incluso después de varios tragos de agua y veinte lavados de dientes es imposible repeler. Así me encontraba.

Me tomé un tiempo libre del trabajo, todos mis compañeros se veían notoriamente preocupados por mí. Y no podía seguir soportando sus miradas. Necesitaba tiempo para continuar sumiendome en aquellas enfrascantescas reflexiones.

¿Era algo que le faltase a mí vida? Aquella desagradable monotonía parecía cada vez estár rompiendose más. Aquella noche no estaba de ánimos de dormir. Sin embargo seguía sufriendo de aquellos súbitos desmayos.

Me seguía agitando durante algunos segundos con la imágen mental de cuerpo de Jane en mi cabeza, sus caderas moviendose al compás de mis movimiento. A veces arriba, a veces abajo, por el lado que fuese. Gemí para concluír y miré la viscosidad en mi mano de manera vacía. Nada y una mierda.

Tal vez era momento de hacer algo, por primera vez en mi vida hice algo que tal vez no estaba tan premeditado, salí en mitad de la noche de mi departamento. Allí no había nadie que me diese ordenes, pero no por eso no era regido por nadie.

¿Estaba haciendo algo por mí mismo ahora? ¿O lo hacía por él? El bar olía a sudor, en el escenario una banda underground cuyos miembros parecían estár bajo la influencia del éxtasis tocaban fréneticamente lo que parecía un estrepitoso y caótico drum & bass, caminé lentamente observando a todos los que se encontraban en el bar, ninguno parecía mirarme a mí, todos estaban enfrascados en lo que hacían. En la esquina un tipo hablaba con otro al oído, este le pasaba unas pastillas y el otro las ingería con tragos de Vodka para luego dirigirse a la pista de baile y moverse moviendo los brazos como si estuviese sufriendo de un ataque epileptico.

Me acerqué más a la pista de baile sin estár seguro de lo que hacer, miré a mi alrededor. Había una chica que me ponía, llevaba los pantalones ceñidos y el pelo largo y rubio. También había otra castaña que llamaba mi atención, y un tipo alto que hablaba con ella que también me parecía atractivo. Pero, la programación empezó a actuar, súbitamente sentí el deseo de salir corriendo de allí, de correr, continuar el prágmatismo que había ceñido mi vida hasta el momento, pero, otra parte de mí me lo impedía, aquella que recordaba la serie de situaciones que habían desatado el que yo me encontrase allí, en ese momento ya nada cobraba sentido, pero parecía lo correcto, al menos para mí.

Me acerqué a la barra y pedí lo más fuerte que tuviesen, luego me dirigí hacía el tipo que estaba antes en la esquina y le hable con el alcohol corriendo por mis venas. «¿Qué clase de mierda vendes?» Le pregunté al tipo que, a todo esto, lucía bastante lúcido, los negocios no se mezclan con el placer, pensé. «Éxtasis, Crystal Mets, Anfetaminas y un par de Valiums» Los Valiums serían ideales, para no tener que sentirme tan como la puta mierda en la mañana. Pero tenía unas jodidas putas ganas de meterme dentro lo que fuera con tal de que por mis poros la represión saliese, húmeda como el sudor. Deseando que aquella liberación me hiciese nuevo. «Mira, si quieres fumar algo aquí no tengo nada, así que puedes irte a la cresta» Estaba indeciso, pero me incliné por el éxtasis. Despues de la transacción y la ingesta de la droga sentí de inmediato como esta empezaba a funcionar, entré en la pista de baile y me comenzé a mover tan frenéticamente como la música de los críos. Sentía como por cada uno de mis poros el sudor caía, no eran sólo secrecciones que me liberaban de toda la mierda que había consumido desde que nací. Me hacía sentir como nuevo.

Creo haberme tirado a aquella noche a dos minas al mismo tiempo. Ménage Tróis dude, vaya manera de pasar el rato, no necesitaba pajearme otra vez con la misma mierda, ¿Jane quién?

Ahora duermo bien, pero sigo pensando en el delicado equilibrio de los sueños, me sigo preguntando, ¿cual es la realidad?, tal vez aquellos sueños que a veces no tienen sentido no sean sólo ficción si no la verdadera realidad, y nosotros vivimos en una ficción de la que no queremos despertar.

Paranoícamente, a veces, aún me siento con una botella de whisky en la mano, y me masturbo pensando en ella, o en él, o en todos ellos que han pasado.

Paranoícamente, a veces, aún sigo atrapado en la rutina. Aquella que los otros han forjado, miento, los otros es como llamo a mi imágen en el espejo.

Design by The Blogger Templates Gorgeous Beaches of Goa

Design by The Blogger Templates