domingo, 23 de agosto de 2009

Peso

"Dios es grande, demasiado grande."
Carta de un Suicida, Cosa muerta con ojos danzantes
Gina Hasbún

Pesada, se sentía pesada la chaqueta que me cubria del frío. No sabía por qué salía a estas horas de mi casa, de la comidad que representaba la chimenea encendida y el agua calentandose en el termo. No nevaba, jamás lo hacía, pero una intermitente lluvia caía sobre la ciudad, una lluvia tupida, una lluvia que nublaba mi vista a través de los anteojos.

Mi saco se hacía cada vez más pesado mientras deambulaba por la calle, que a estas horas estaban vacías, calles ni si quiera rondadas por el mal.

Aún así empezé a sentirme con cada paso más inseguro, como si alguien, invisible, me estuviese siguiendo, alguién que a pesar de mis paranoicos intentos no podía vislumbrar.

Entonces, rápidamente empecé a sentir miedo y la pesadez de mi saco se volvió tan insoportable que no pude seguir cargándolo. Rápidamente me deshice de él y lo deje tirado en la acera, pero, no pude evitar aterrorizarme cuando el peso seguía sintiéndose sobre mis hombros. La paranoia se volvió cada vez más constante, mi respiración se agitaba y sentía como iba palideciendo. No, no me iba a ganar, empecé a correr, tratando de sacar el peso de mis hombros que además se acrecentaba con el peso de la lluvia, intermitentes gotas cayendo cada vez más rápido.

El peso no daba tregua, me aplastaba todo el cuerpo, incluso mi pecho, que súbitamente empezaba a doler, era insoportable. Al llegar al dintel de mi puerta, desesperadamente intenté buscar las llaves para abrirla.

Fue entonces cuando recordé que las había dejado dentro del saco, mi primer pensamiento fue volver atrás para recuperarlas, pero para entonces, ya no podía seguir soportando el peso.

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